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Argentina: el cardenal amarillo le da batalla al tráfico de animales y comienza a recuperarse




  • Según la Lista Roja de la UICN solo quedan 3000 ejemplares silvestres de cardenal amarillo. Varios proyectos intentan salvarlo de la extinción.

  • De apenas 20 cm de longitud, su canto melodioso y su color llamativo lo ha condenado a ser objeto de caza predilecto de los traficantes de fauna. Esta y la pérdida de hábitat son las principales amenazas que afronta.

 

Alicia De la Colina toma el títere, o “la momia”, como llama al muñeco articulado que simula ser un ave rapaz, y le hace batir las alas a medida que se acerca al sector de jaulas. El cardenal amarillo que descansa en una de ellas se sobresalta y vuela buscando refugio por el interior del amplio espacio que habita durante su proceso de rehabilitación. Una asistente apunta en su tablet el grado de reacción del ejemplar.

La secuencia no está extraída de ningún juego, es pura realidad. Se trata de una estrategia pensada y puesta en práctica en el Centro de Recuperación de Especies de la Fundación Temaikén, donde De la Colina coordina uno de los tantos proyectos que lleva el nombre de esta pequeña y llamativa ave paseriforme.

La caza, el tráfico ilegal y la pérdida de hábitat son algunas de las principales amenazas que han acercado al cardenal amarillo al precipicio de la extinción.



“Ellos reconocen el peligro, pero después de estar mucho tiempo en una jaula empiezan a sentirse resguardados y apagan su comportamiento natural”, explica esta doctora en Ciencias Biológicas que dedica buena parte de su vida a esta ave que la ciencia ha llamado Gubernatrix cristata. “Lo que buscamos es reactivarlos haciendo que se sientan acechados, en peligro, y vamos verificando sus respuestas hasta comprobar que alcanzan el nivel que buscamos”, agrega la experta. Como todo ser vivo, los cardenales amarillos poseen instinto de supervivencia, pero para evitar que un gavilán o un águila puedan atraparlos cuando recuperen por fin la libertad, dicho instinto debe alcanzar un grado óptimo de recuperación.

Única especie en su género y con presencia casi exclusiva en Argentina, (también existe una limitada población de 50 individuos en el Parque Estatal Espinilho, en Río Grande do Sul, Brasil; y otra de no más de 300 en Uruguay), el cardenal amarillo es desde hace alrededor de una década objeto de programas y tareas de investigación y conservación, dada su fragilidad y el riesgo cierto de que las amenazas que lo rodean lo lleven inexorablemente a la extinción.

Aunque no existen en Argentina censos precisos que permitan dar una cifra concreta de cuántos cardenales amarillos quedan en el país, la Unión Internacional para la  Conservación de la Naturaleza (UICN) lo ha categorizado como En Peligro y estima que su población a nivel mundial oscila entre 1000 y 3000 ejemplares.


Tráfico ilegal: la amenaza de mayor impacto


De todas las amenazas a las que está expuesto el cardenal amarillo, “el tráfico es el que tiene más impacto, pero no me animo a decir que sea la mayor”, opina De la Colina. En efecto, esta ave también debe hacer frente a la reducción y fragmentación de su hábitat y a los cada vez más frecuentes incendios. Además, muchos individuos se ahogan en tanques australianos (grandes estructuras donde se acumula agua para el ganado) y los pichones en sus primeros días suelen infectarse con la larva de las moscas Philorni. Como si fuera poco, el tordo renegrido, un ave con la que comparte espacio, destruye sus nidos.


Nido parasitado por tordo renegrido. Foto: Rocío Lapido


De todas las amenazas, combatir el tráfico es lo que “desde nuestra posición resulta más “fácil” para ayudar a mitigar la situación”, dice De la Colina. “Acceder a los animales robados, decomisarlos, recuperarlos y devolverlos es una tarea que está a nuestro alcance. Transformar el hábitat, en cambio, es mucho más complejo”, explica. Por eso la mayoría de las estrategias puestas en marcha para conservar la especie están enfocadas en combatir la caza y la venta de estos pájaros.

Un plumaje mayormente amarillo oliváceo con manchas y estrías negras en el dorso, cola amarilla y copete y garganta negros conforman un aspecto que no pasa inadvertido para quienes gustan de tener aves en su casa. El canto melodioso de los machos y la docilidad en el contacto con el ser humano completan el cuadro que condena al Gubernatrix cristata a la persecusión. “El coleccionista de pájaros existe. Ha mutado, pero no ha desaparecido”, afirma Hugo Marcantoni, veterinario y dueño del Aviario La Plata, uno de los pocos criaderos de aves legalmente habilitados en el país, y el único en la provincia de Buenos Aires. “Quizás haya menos que hace cien años, pero el número sigue siendo alto y consiguen lo que se proponen”, sostiene. Un análisis de los grupos de Facebook dedicados a la compraventa de ejemplares realizado por investigadores de la provincia de La Pampa en 2017 y 2018 concluyó que el número de participantes rondaba los 200 000 en toda Argentina.


Cardenal amarillo. Foto: Guillermo Delfino


Para Marcantoni, la llave de la solución está en la cría en cautiverio y pone como ejemplo el caso del canario, “una especie endémica de las Islas Canarias que hubiera desaparecido en 30 años si no se hubieran abierto miles de criaderos en Europa”, dice. En su opinión, el mismo criterio ayudaría al cardenal amarillo: “Si se habilitaran cien criaderos y se autorizara la venta, la gente iría a comprarlos allí y se terminaría con la captura”, sostiene. En su establecimiento, este veterinario retirado tiene 5 o 6 parejas con las cuales participa en la Alianza Cardenal Amarillo, un programa de conservación promovido por la Dirección de Fauna y Flora de la Provincia de Buenos Aires. “Este año les daré entre 10 y 12 pichones para liberar”, dice.


Foto: Víctor Blanco


Pero en general, los científicos que estudian la realidad de la especie no creen que este sea el camino correcto. “Quedan ejemplares en la naturaleza y si se los deja de cazar podrían acomodarse sin necesitar tanta intervención humana”, sostiene María Emilia Rebollo, doctora en Biología y becaria postdoctoral en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Rocío Lapido, asistente de conservación y coordinadora del Proyecto Cardenal Amarillo de la ONG Aves Argentinas, coincide con su juicio: “Controlando que dejen de cazarlo y evitando la deforestación el problema se resuelve solo. La cría en cautiverio la reservaría como última posibilidad”, dice.


El cantor del espinal


El ambiente seco caracteriza el Espinal, una ecorregión que rodea la fértil llanura pampeana y sirve de transición hacia climas casi desérticos o extremos, como los que anteceden a la cordillera andina o los del Impenetrable chaqueño; o mucho más húmedos, como los que bañan la franja entre los ríos Paraná y Uruguay. En él se alternan pastizales, matorrales, sabanas y bosques donde gobierna la vegetación xerófila capaz de resistir durante meses la escasez de agua. El coronillo (Scutia buxifolia), la tala (Celtis ehrenbergiana), el espinillo (Acacia cavens), el caldén (Prosopis caldenia), el ñandubay (Prosopis affinis), el chañar (Geoffroea decorticans) son algunos de los árboles y arbustos que crecen en esta ecorregión que es también el hogar por excelencia del cardenal amarillo. Es por eso que esta ave es también conocida como “el cantor del espinal”.


Cardenal amarillo. Foto: Rocío Lapido.


La ecorregión traza un semicírculo que recorre franjas de las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe, Córdoba o San Luis en el centro del país; incluye un sector de la provincia de Río Negro, en la Patagonia Norte; y se estira hacia el este por las provincias de Corrientes y Entre Ríos. Históricamente, el Espinal ocupaba unas 24 millones de hectáreas (el 8 % de la superficie argentina), según los datos que  la bióloga Marisol Domínguez aportó en su tesis doctoral, pero en los últimos tiempos las cosas han cambiado. “Debido al avance de la frontera agropecuaria y a la extracción de leña, los bosques del Espinal han disminuido considerablemente. En el año 2005 se estimó una pérdida de alrededor del 40 % de esta superficie, con más de 9 000 000 de hectáreas transformadas”, aclara el informe.


Cardenal amarillo. Foto: Manuel Encabo


Desde entonces, la dinámica se ha mantenido constante. “Mas que de una franja de distribución, hoy deberíamos hablar de parchecitos”, se lamenta Alicia De la Colina, y asegura que al cardenal amarillo le sería muy difícil adaptarse y sobrevivir en otro tipo de ambiente. Aun así, en los últimos años, la aparición de individuos en lugares donde no había antecedentes de su presencia está sorprendiendo a los científicos: “No sabemos si antes no los registrábamos porque su número era muy bajo o si la pérdida del hábitat natural los está obligando a desplazarse hacia otras zonas”, explica De la Colina.

Algunos núcleos de cardenales amarillos han sido hallados en puntos recónditos de Mendoza y La Rioja, al oeste del país, quizás obedeciendo a la necesidad de ubicar áreas poco transitadas, lejos del alcance de los cazadores que, afirma De la Colina, han llevado a esta especie a la extinción local en Córdoba y prácticamente también en Entre Ríos. “Los centros de rescate más activos —Mendoza, Río Negro, Temaikén— tenemos un promedio de unos 50 decomisos anuales, que ya es demasiado, pero por detrás se nos escapan muchos más casos”, asegura Rocío Lapido.


Arraigo cultural y precios tentadores


Por fortuna, la proliferación de proyectos de recuperación en casi todas las provincias implicadas está propiciando un cambio. “De 2010 al día de hoy, la situación cambió radicalmente”, se entusiasma Lapido, y enumera sus argumentos: “Las Direcciones de Fauna de las provincias le prestan otra atención a la especie; las fuerzas de seguridad colaboran en los decomisos; sabemos más sobre su biología y genética, lo que nos ha permitido mejorar las medidas de manejo con los ejemplares rescatados; se anillan todos los individuos para poder monitorearlos; en Mendoza y La Pampa los propietarios de los campos, con el apoyo de las autoridades provinciales, están haciendo acciones para disminuir el impacto de los tanques australianos y de los incendios… Todavía no se expresa tan claramente en los números, pero se está generando un impacto positivo que se verá más claro en algunos años”.


Los expertos instalan anillos en los cardenales amarillos para poder darles seguimiento. Foto: Rocío Lapido.


María Emilia Rebollo es una referente del trabajo que vienen realizando instituciones y organizaciones de la sociedad civil para incrementar las poblaciones de cardenal amarillo. Su área de acción es La Pampa, un distrito que presenta dos núcleos diferenciados de la especie, uno en el centro-norte y otro en el sur, una zona donde existe una gran presión de captura ilegal. “El tráfico de animales es el tercer comercio que más dinero mueve, después de los de armas y drogas. Hay gente que paga lo que sea por tener un cardenal amarillo enjaulado, por algo es la especie más cara”, sostiene Rebollo. El año pasado, un macho “llamador” —que atrae a los otros que están en las cercanías— se cotizaba por encima de los 150 dólares, precio que se multiplica si los vendedores logran sacarlo del país rumbo a Europa o Estados Unidos.


Cardenales amarillos juveniles. Foto: Guillermo Delfino


“Hicimos 178 encuestas y comprobamos que un 74 % de los habitantes de la provincia conoce la especie y un 78 % sabe que está en peligro. La conciencia social es mayor, pero el arraigo cultural que motiva a tener un ejemplar en una jaula del patio de casa, sobre todo en los pueblos más chicos, todavía es muy grande”, comenta la doctora Rebollo.

A la tarea de localización y decomiso de los ejemplares capturados —el caso más notable fue el hallazgo de 70 cardenales en Río Negro, en 2021— le continúa el de rehabilitación que se efectúa en los centros de rescate y recuperación. “El proceso completo suele durar unos tres meses”, dice Alicia De la Colina, coordinadora de la actividad en la Fundación Temaikén: “A los animales se los somete a un chequeo médico, aunque aun así deben pasar una cuarentena de 70 días para asegurarnos que no tengan enfermedades. En ese lapso recuperan la musculatura que puedan haber perdido por el encierro, y lo más importante es evaluar el comportamiento antes de decidir su reintroducción en la naturaleza”.


Un secreto clave de la genética


La vuelta a la libertad de los cardenales capturados conoció desde 2015 un cambio fundamental. La tesis doctoral de Marisol Domínguez logró demostrar variaciones genéticas entre las poblaciones de distintas áreas geográficas y determinó tres grupos: uno en la zona este (Corrientes y Entre Ríos), y dos (norte y sur) en el centro del país.

El hallazgo se transformó en una herramienta esencial para la reintroducción adecuada tanto de los ejemplares rescatados como de los criados en cautiverio. “Originalmente se liberaban en cualquier lado”, rememora Rocío Lapido. En esos casos, los problemas surgían más tarde. “La vocalización de los cardenales amarillos del norte es distinta a los del sur o a los del este, y las hembras no responden al canto de los que proceden de otra zona. La pareja no se forma y no hay reproducción”, indica De la Colina.


Pareja de Cardenales amarillos. Foto: Guillermo Delfino


Las peculiaridades del canto provocan también otra curiosidad. Como los machos son cazados en mayor cantidad, la disminución de su número lleva a muchas hembras a emparejarse con individuos de otra especie: la diuca (Diuca diuca minor), un ave cuyo canto es muy similar al de los cardenales de la población al sur de La Pampa. La cría resultante recibe el nombre de “plomito”, y aunque los científicos han asegurado que no se trata de una nueva especie, es poco lo que se sabe de ella dado que son escasos los ejemplares que se han encontrado en estado silvestre.

Además de la elección de la zona geográfica ideal para la liberación  de los cardenales amarillos, la experiencia de campañas sucesivas fue motivando otros ajustes. Por ejemplo, la comprobación de que las aves rapaces habían depredado al 50 por ciento de los primeros individuos liberados en 2018 llevó a cambiar las áreas de suelta. Una posterior campaña realizada en La Pampa descubrió que el tordo renegrido (Molothrus bonariensis) también estaba siendo una amenaza. Dicha ave no hace nidos, sino que aprovecha los construidos por otros, con el añadido de que antes de depositar sus huevos las hembras se ocupan con esmero de destruir los de la especie “dueña de casa”. Esto obligó a los expertos a buscar un nuevo lugar para la reintroducción de los cardenales.


Resultados que invitan al optimismo


Pese a todos los inconvenientes, año tras año los investigadores y técnicos observan que sus esfuerzos se ven recompensados con mejores resultados. “En el relevamiento que hicimos durante la última semana de diciembre pudimos ver individuos que liberamos en octubre de 2020 y en abril y octubre de 2021, muchos con sus respectivas parejas silvestres e incluso tres con pichones”, cuenta la doctora De la Colina sin disimular su alegría.

El empeño en ofrecerle al Gubernatrix cristata mayores posibilidades de sobrevida abarca estrategias bien diversas. La colocación de rampas en los tanques de agua que dan de beber al ganado en La Pampa y Mendoza (donde ya es obligatorio) busca evitar los ahogamientos que, tal como ocurre con el águila coronada (Buteogallus coronatus), otra ave en peligro de extinción presente en la zona, son cada vez más frecuentes debido a la sequía que limita el acceso a otras fuentes de líquido. Cardenales y águilas se zambullen en los depósitos desconociendo su profundidad y después, con las alas mojadas y sin un fondo desde donde tomar impulso, les resulta imposible retomar el vuelo.


Liberación de cardenales. Foto: Fernando Pérez


Por otro lado, en Mendoza las autoridades llegaron a acuerdos con algunos productores para abrir y mantener cortafuegos que impidan la propagación de incendios a cambio de que ellos eviten las cacerías en sus tierras. En diciembre pasado, en La Pampa se llevó a cabo  la Semana del Cardenal Amarillo, un evento de carácter educativo cuyo objetivo principal fue invitar a la población a hacer ciencia ciudadana. “La idea es acostumbrar a la gente a usar las plataformas existentes para compartir el registro de la especie. Es decir, que aquella persona que vea o fotografíe un ejemplar lo comunique a través de esas redes. De esa manera dejaríamos de depender solo de los censos para obtener modelos de abundancia y estudiar la tendencia poblacional. Es un trabajo que podríamos hacer entre todos”, se ilusiona María Emilia Rebollo.

La situación del cardenal amarillo continúa siendo preocupante y para ser considerada a salvo la especie aún deberá superar un sinfín de obstáculos, pero las perspectivas han mejorado. El “cantor del Espinal” puede empezar a soñar con un futuro más amable.


*Imagen Principal: Cardenal amarillo. Foto:Pablo Petracci

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