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Entrevista con amor a la naturaleza



Gael Braceras Calvis vive en San Carlos de Bariloche en la provincia de Río Negro, tiene solo 11 años y es un apasionado de la naturaleza pero principalmente de las aves. Hoy nos cuenta un poco de su vida en esta entrevista y nos comparte una hermosa historia escrita por él...





¿Qué es lo que más te gusta de la naturaleza?

Lo que más me gusta son las aves


¿Cómo nació tu pasión por las aves?

Durante un invierno que había muchos pajaritos en el piso, de repente uno me miró fijo a los ojos y me encantó


¿Tenes algún ave favorita? ¿Cuál?

Si, por un tiempo fue el Carancho, de nombre científico Caracara plancus, pero ahora es la Lechuza Bataraz Austral (Strix rufipes)



¿Te gustaría ayudar al cuidado y la conservación de las aves?

No me gustaría, me encantaría!


¿Se te ocurre alguna manera?

Si, que todos ayudemos un poquito, no tirando basura, reciclando y protegiendo el planeta.



¿Crees que si todos aprendiéramos más sobre la naturaleza serviría para protegerla?

Si mucho! No contaminando tanto, no solo para ayudar a las aves sino a todos los animales




La historia de una lechuza


Por Gael Braceras Calvis



Un día especial, el cumpleaños de mi abuela, me llamaron por teléfono para avisarme que habían encontrado una lechuza lastimada en el Río Minero, provincia de Neuquén y me dijeron:

- Encontramos una lechuza herida ¿Podrías rehabilitarla por favor?


Yo estaba muy emocionado y dije que ¡Si!


Cuando llegó la pusimos en una casita de madera que tenemos al fondo de mi jardín. Era una Lechuza Bataraz Austral, parecía una bolita de lana envuelta en una manta.

Un rato más tarde tuvimos que taparle la cabeza y agarrarle las patas para ponerla sobre un cráneo de caballo que encontré en una salida que hice a Fortín Chacabuco. Al principio estaba quieta, le dimos un poco de agua con azúcar y empezó a tomar y tomar y tomar. Después le dimos pollo crudo y lo comía como si fuera un asado Argentino.

La nombré Anita en honor a mi abuela.

Al día siguiente salí a dar una vuelta en bicicleta, en cuanto volví fuí a verla, pero al entrar en su casita me tropecé, se asustó y voló hacia el techo. Cuando iba bajando se paró en mi cabeza y yo me sorprendí porque nunca me había pasado algo así.

A la mañana siguiente le tuve que hacer unos ejercicios para ver si podía balancearse con facilidad, por suerte pudo pero lo más gracioso fue que cada vez que bajaba el brazo se me subía al hombro y luego a la cabeza.

Como necesitaba comer algo con pelo y hueso, gracias a unos amigos logramos conseguirle una liebre, la degustaba con muchas ganas desde su palo al que le gustaba subir para comer.

La teníamos que tener un tiempo más, para que al fin llegará el momento de su liberación. La monitoreamos durante unos días más porque teníamos que asegurarnos de que pudiera sobrevivir en su hábitat.

Planteamos una hipótesis de que un auto la chocó lastimándole el ojo, porque tenía uno más cerrado que el otro y todos sus demás movimientos parecían normales.

Yo la observé, la dibujé, le hice videos y muchas cosas más.

Para liberarla tuvimos que llevarla al mismo lugar donde la encontraron y percharla en alguna rama, encontramos una de coihue y la dejamos ahí. Estuvimos un montón de tiempo viéndola hasta que nos tuvimos que ir y le dije:

-Qué la pases bien y seas muy feliz.

-Colorín colorado los ratones sean cazados-




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