La velocidad del tiempo: ¿por qué sentimos que todo pasa tan rápido?
- fundaciondelatierra
- 26 jul.
- 3 Min. de lectura
Pantallas, naturaleza y la percepción subjetiva del tiempo en la vida moderna
Rocío M. Aráoz Sandoval
“¡El año voló!” “No me alcanza el día.” “Se me pasó volando.”
Expresiones como estas son parte de nuestro vocabulario cotidiano. Pero, ¿qué es lo que realmente está "volando"? ¿El tiempo… o nuestra forma de vivirlo?

Desde una definición clásica e ingenieril, la velocidad es el desplazamiento sobre el tiempo. Pero entonces, si hablamos de “la velocidad del tiempo”, ¿no estamos alterando esa lógica? ¿Puede el tiempo tener velocidad?
La pregunta, lejos de ser solo una paradoja lingüística, abre la puerta a una reflexión más profunda: nuestra percepción del tiempo no es constante, y mucho menos objetiva.
No vivimos todas las horas con la misma intensidad. Frente a dos actividades de igual duración, podemos sentir que una “pasó en un suspiro” y otra fue interminable. Entonces, ¿qué es lo que cambia? ¿Somos nosotros? ¿Es la actividad? ¿O es el entorno?
Según The Conversation, nuestra percepción del tiempo está directamente vinculada a la cantidad de información que el cerebro procesa.
Entonces, no es lo mismo caminar por un bosque, atentos al crujir de las ramas, al sonido de un ave, al aroma de la tierra húmeda, que deslizar el dedo sin pausa en una pantalla brillante. En el primer caso, el cerebro registra múltiples estímulos sensoriales significativos; en el segundo, se expone a un flujo constante de estímulos artificiales, muchas veces repetitivos, poco armónicos y sin relaciones entre sí.
Un estudio liderado por el profesor Martin Wiener de la Universidad George Mason señala que el recuerdo de imágenes memorables influye en cómo experimentamos el paso del tiempo. Es decir, cuanto más memorable es una experiencia, más “larga” parece haber sido.
Acá entra en juego otro concepto interesante: cuando hablamos de lo memorable, no nos referimos a hazañas extraordinarias como ganar una Copa del Mundo, sino a esos momentos que se graban en el alma por su profundidad emocional. Muchas veces son instantes simples, como compartir un mate con alguien querido o sentarse en silencio mientras observamos una laguna.
Esto explicaría por qué muchas personas recuerdan con mayor detalle una caminata entre árboles que una hora en redes sociales. Los estímulos naturales, al activar sentidos múltiples y conectar con ritmos biológicos internos, tienden a quedar grabados con mayor profundidad.
También Psychology Today aporta una perspectiva interesante: cuando estamos frente a estímulos emocionalmente intensos, como situaciones de amenaza, nuestra percepción del tiempo se dilata. Este fenómeno, conocido como “dilatación temporal”, fue documentado en experimentos que simulan encuentros con animales peligrosos. Pero ¿qué sucede con los estímulos que no son extremos, pero sí significativos? ¿Qué pasa cuando el entorno no amenaza, sino que calma?
Aquí entra en juego un concepto poco explorado: el tiempo subjetivo, o como algunos autores lo llaman, el “sentido del tiempo” entendido como capacidad sensorial.
A diferencia de un reloj, nuestro cerebro no mide segundos, sino experiencias. La naturaleza, con sus ciclos propios y su resistencia a ser acelerada, ofrece un marco ideal para que este “sentido” se exprese. En ella, los ritmos no se negocian: el agua fluye a su paso, las hojas caen cuando deben caer, y nosotros, al sumarnos, parecemos aflojar ese control que impone la vida urbana.
¿Es casual que muchas personas digan sentirse más relajadas en la montaña o frente al mar que en un shopping ? Posiblemente no. No es solo descanso físico: es una desaceleración subjetiva, una forma de recuperar el tiempo como experiencia vivida, no solo como recurso útil.

En un mundo donde cada minuto parece cronometrado, vale preguntarse:¿En qué entorno sentís que el tiempo se estira?¿Dónde se ralentiza tu día, no por falta de actividades, sino por la calidad de la vivencia? ¿Cuáles son las vivencias memorables que estás llevando adelante en tu vida cotidiana?
Cuando estás en la naturaleza… ¿cómo sentís el tiempo?




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