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Líquenes, indicadores biológicos del Buen Aires

Actualizado: 27 abr 2022


Por: Lic Gabriel Giacobone



Muchas veces hemos visto unas manchas de colores en los árboles, las rocas o las tejas de los techos. A veces más vistosos y otras menos llamativos, éstos organismos sencillos nos pueden decir cuán bueno es el aire que respiramos.

Una mañana de primavera, de camino al jardín de infantes, mi hija me dice: -“papá, mirá el árbol, le están saliendo manchas de colores”-, en ése momento presté atención a aquellos árboles. Realmente se veían unas manchas concéntricas de colores verdes claro con pintitas amarillas, que yo había pasado por alto y que no habíamos visto los días anteriores.

“Son líquenes”– le respondí y ví su cara que no le estaba dando una respuesta que le satisfaga, entonces seguí:- “cuando veas esas manchas en los árboles o alguna roca, respirá bien profundo porque el aire es excelente”-. Realmente no creo que le haya respondido la pregunta que su pequeña cabeza le decía, pero su cara cambió a un semblante más amigable y pudimos seguir caminando a nuestro destino.


Hacía varios años que yo estaba trabajando en educación ambiental y se me ocurrió que aquella pregunta se la estarían haciendo varios chicos y adultos. Es ahí que se me ocurrió hacer un proyecto educativo pero de investigación, midiendo la cantidad de líquenes para saber la calidad de aire de la ciudad.

Entonces nos pusimos a investigar más a fondo con Sonia, una amiga y compañera de educación ambiental. Es ahí que descubrimos que los Líquenes son dos organismos, un hongo y un alga, que viven en simbiosis (dos organismos que viven juntos y se benefician mutuamente). El más conspicuo es el Hongo, éste puede tener colores muy diferentes según la especie y variar del gris o marrón, hasta amarillos y anaranjados. Los hongos toman el agua de la atmósfera y todo lo que ella contenga, ya sea por lluvia o por el rocío del amanecer como aquella mañana. Como el agua atmosférica está cargada de partículas y pequeñas porciones de sales disueltas, éstas llegan al interior del hongo cuando se comienza a hidratar.

Dentro de las láminas del hongo viven las algas. Éstas son como pequeñas plantitas unicelulares que necesitan del sol para hacer la fotosíntesis y poder vivir. Cuando el hongo se hidrata, esa misma agua cargada de sales llega a las algas y con los primeros rayos del sol comienzan a hacer la fotosíntesis.

Entonces, esta simbiosis es posible gracias a que el hongo le da protección al alga y le provee de agua y minerales. Los productos de la fotosíntesis como azúcares, proteínas y grasas son devueltos al hongo para poder vivir.

De esa manera los líquenes pueden vivir en las zonas más hostiles, sean éstas desiertos, cumbres montañosas, nuevas islas generadas por volcanes o rocas emergidas. Si cuando salimos de vacaciones le prestamos atención a las rocas de construcciones como La Reserva de Quilmes en Tucumán, Argentina, los Cromlech de Stonehenge en Inglaterra o las Ruinas de Machu Picchu en Perú, también vamos a poder ver esas manchas. De hecho son los primeros organismos que pueden vivir luego de una colada de lava, ya que una vez que se enfría la roca, los líquenes serán los pioneros y en unos años generarán las condiciones para que musgos y otras plantas pequeñas puedan vivir.

En la tundra y la taiga del Ártico, es muy importante una especie del género Cladonia llamada comunmente como el líquen de los renos. Este líquen puede sobrevivir debajo del hielo y los renos lo usan de alimento en invierno ya que no tienen pastos que comer. Con éste también se hacen comidas típicas y una bebida alcohólica de origen escandinavo llamada Aquavit.

Pero también se pueden observar en áreas más amigables como bosques y selvas, es muy común ver los palos de los alambrados en los campos o las columnas de electricidad.

¿Pero cuándo pueden ser usados como indicadores biológicos (bioindicadores) de calidad de aire? Como los líquenes toman todos los compuestos del agua atmosférica, si ésta tiene contaminantes también pueden entrar fácilmente y afectarlo. Es por ello que en las grandes ciudades suelen verse pocos, y en algunos casos ninguno de estos organismos.

Ésto lo pudimos investigar junto con Sonia y escribimos un pequeño manual que nos habla sobre estos espectaculares organismos. Luego encontramos docentes muy comprometidos con el ambiente y trabajamos durante un año con ellos y sus alumnos de escuela secundaria. Es así que pudimos escribir un documento de investigación y educación ambiental todos juntos. Y por otro lado, aunque sea de manera inconsciente, estaba contestando la pregunta que mi hija me había hecho (representada en varios estudiantes y en mí mismo) unos años antes.

Entonces cuando salgamos a dar una vuelta a caballo o en bici por algún campo, vayamos de vacaciones a una selva, montaña o desierto; cuando salgamos de nuestras casas y podamos disfrutar de algún parque grande, prestemos atención a los troncos de los árboles repletos de “plantitas” pequeñas o hermosas manchas en las rocas y los tejados. Ahí vamos a poder saber cuán bueno es el aire de ese lugar y que es digno de ser respirado ya que la calidad de éste es óptima.

Es increíble que un organismo tan pequeño y que usualmente no le prestamos la atención debida, pueda ser tan importante para nuestras vidas, así que respetémoslo.

Fuentes:

  • Cabrera S. y G. Giacobone, 2009 CALIDAD DE AIRE EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES Monitoreo de líquenes como bioindicadores de contaminación. ver web

  • Giacobone, G. y S. Cabrera, 2010 LIQUENES COMO BIOINDICADORES DE CALIDAD DE AIRE, una experiencia de educación ambiental. ver web


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